Joan
Subirats, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de
Barcelona, en este artículo nos hace una reflexión sobre aquello que significa
ser docente. Todo ello a raíz de unas jornadas de reflexión sobre la educación
en el Instituto Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet.
El
catedrático se hizo con el número cinco de los Cuadernos de la Fundación SM,
dedicado a Las emociones y valores del profesorado. Una encuesta a unos 1800
profesores de enseñanza tanto primaria como secundaria y unos 800 aspirantes a
ser profesores. Algunos de los resultados de esta indagación fue un alto
colectivo feminizado; que a pesar de la crisis profesional tan solo el 10%
afirma que dejaría este trabajo si tuviera otra alternativa; los docentes se
sienten poco valorados social y administrativamente; la educación ha empeorado;
el 20% de los profesionales se sienten cansados y desesperanzados; hay una
falta de colaboración de las familias las cuales se muestran despreocupados
ante sus hijos e hijas; como parte positiva hay relaciones afectivas con el
alumno y como parte negativa también se encuentran con una falta de respeto.
Estos son algunos de los resultados obtenidos de esa encuesta, algo que produce
una cierta añoranza en el autor, añoranza del pasado donde los años 70 y 80
fueron los mejores de la función docente.
Este
profesor considera que nunca ha dejado de ir a la escuela desde los 5 años, ya
que desde entonces ha acudido a clase formal como alumno o profesor sin
interrupción. También afirma que no es lo mismo dar clase en una universidad,
ser maestro en educación primaria, impartir clase en un instituto o en
Formación Profesional. Cada momento es diferente, en el cual tanto el alumno
como el profesor deben encontrar puntos de encaje que permitan disfrutar de la
docencia.
No hacen
falta demasiados estudios para entender los cambios sociales que han cambiado
nuestras formas de vida, los cuales han impactado en los centros educativos.
Vemos que surge una crisis de identidad, ya que hay menos confianza en los
docentes y en su trabajo. Pero hay que tener en cuenta que el periodo de la
educación secundaria es muy importante ya que el profesor se encontrará con una
situación sensible en la fase adolescente, por tanto el docente tiene que
estará ahí para transmitir conocimientos, valores y moral ciudadana. El
profesor debe lidiar con sus emociones, ya que sin emoción no hay educación.
Por tanto debe generar curiosidad y ganas de aprender, y mantenerlo a lo largo
de los años.
La sociedad
debe invertir en la educación pública de este país y en su profesorado, ya que
sin buena educación y sin buenos profesores en el país, no hay sociedad que
resista cohesionadamente demasiado tiempo.

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